Pasamos de disfrazarnos en charangas familiares a grupos propios y cambiamos la originalidad y perfección de los trajes por enseñar escote y muslamen... ¡bendita adolescencia!
Y llegó el 2001, y con él la entrada en quinta. Por aquel entonces ya habían abolido el servicio militar, pero a quién le importaba la mili si había una fiesta por medio?
A mí la quinta me pilló en primero de Bachillerato... mala combinación. Y más cuando mi padre era tan estricto antes como lo es ahora y me dejaba ir a robar o a hacer guerras de huevos siempre y cuando el día después me levantara para ir al instituto. Incluso aquel miércoles de ceniza fui a clase con fiebre... hay cosas que no se perdonan.
Y luego la responsabilidad... aún recuerdo el primer martes de carnaval que no estuve en el pueblo. Estaba estudiando periodismo y fui llorando todo el camino hasta Salamanca. Me hice mayor... responsabilidades, prioridades... Y sin embargo, aquí estoy hoy. Ataviada por enésima vez con un disfraz de mariquita y unas antenas que son de todo menos serias dispuesta a darlo todo de nuevo en el baile. Y es que así pasen cien años.... los carnavales de Piedralaves, son otra historia ;)
Os dejo una pequeña muestra... Hay álbumes enteros!